¿Cómo hacer que funcione la PNL? Existen muchas piezas sueltas,
como en un rompecabezas. Los motores funcionan cuando todas las piezas
encajan y funcionan en un mismo objetivo.
La primera pieza del rompecabezas es el entorno.
Pero el entorno es algo más
que lo que nos rodea, ya que comprende tanto al entorno exterior, como
al entorno interior, es decir, tanto a los estímulos exteriores como a
las sensaciones físicas que se generan en nuestro interior. Los niveles
de hormonas y de enzimas tienen mucho que ver con este entorno
interior. Evidentemente esto que estamos describiendo como el entorno
interior no tiene nada que ver con nuestro humor o nuestra actitud, que
en realidad son los últimos componentes añadidos a nuestra experiencia.
Pero de esto hablaremos más tarde. Por ahora vamos a quedarnos con que
el entorno se refiere a los orígenes de las estimulaciones físicas,
siendo internas o externas dependiendo de su localización.
La segunda pieza del rompecabezas, son las percepciones.
Dependemos completamente de
las percepciones. Nuestros receptores sensoriales se encargan de
trasladar varios tipos de estimulaciones físicas al interior de nuestro
cerebro por medio de señales codificadas, que tienen que ser traducidas
para que consigan un significado. Cuando un receptor determinado es
estimulado por su energía exterior específica, envía una señal al
cerebro, señal que deber ser descodificada. Estos receptores
especializados se sitúan en nuestros sentidos y, así, podemos ver, oír,
tocar, oler o saborear. No tenemos que confundir estas sensaciones con
las emociones, ya que son dos dimensiones diferentes de la experiencia.
En PNL hablamos de sensaciones internas (Ki) y de sensaciones externas
(Ke) para referirnos a estos dos fenómenos.
Esta información codificada fluye a través de canales neurológicos
hasta el cerebro. Cuando llega, estas señales son ensambladas en
unidades codificadas llamadas 'momentos internos'. En circunstancias
normales nuestro cerebro proceso entre 400 y 600 de estos momentos cada
segundo, aunque puede oscilar entre 200 (cuando estamos muy relajados)
hasta 1200 (si estamos muy excitados).
Estos 'momentos internos' no
tienen significado, ya que son simples representaciones de las señales
originales generadas por los receptores sensoriales.
Para darle un significado a
estos 'momentos' el cerebro necesita comparar los nuevos 'momentos' con
otros procesados con anterioridad (memoria).
Diciéndolo de una manera muy
sencilla, es como si nuestro cerebro dispusiera de un diccionario personal
que va utilizando a medida que entran nuevas informaciones a las que
trata de dar un significado.
Podemos decir
que el significado,
Es la suma de un 'momento' y la
memoria.
Pero una cosa es el significado que le da nuestro cerebro y otra muy
diferente la realidad objetiva. En su camino hasta el cerebro muchos
componentes son eliminados mientras que otros son añadidos.
Aproximadamente entre el 75 y
el 90% es consecuencia, no de la realidad, sino de nuestra historia
personal.
Vivimos en algo llamado 'el presente' y se supone
que consiste en la relación entre lo que percibimos y lo que decimos
que estamos haciendo.
Es decir, el
proceso es:
Significado =
momento + memoria.
Y ello produce lo que llamamos el estado presente, que es la
tercera pieza del rompecabezas.
La cuarta pieza es el estado deseado, que está
compuesto por nuestras creencias (¿qué es importante para mí?),
nuestros valores (¿por qué esas creencias son importantes para mí?) y
nuestras expectativas (¿cómo o cuando conseguiré esas creencias o
valores?). Cuando nuestro cerebro genera un significado, este
significado es comparado en relación con las creencias, valores y
expectativas que tenemos en ese momento.
El producto de esta comparación son nuestras emociones, la quinta
pieza del rompecabezas.
Cada emoción que tenemos es un indicativo de si el
estado presente se acerca o no a nuestro estado deseado.
Cuando se acerca, nuestras emociones son
satisfactorias, cuando no se acerca, las emociones son de sufrimiento.
Las emociones son un simple 'feedback' entre lo que
las cosas son y lo que deseamos que sean.
Por lo tanto no hay emociones
buenas o malas.
Nuestro cerebro combina estos elementos (estado presente, estado
deseado y emociones) para crear lo que llamamos realidad, la
sexta pieza.
Realidad y entorno no es lo mismo, por supuesto.
La realidad es un estado completamente subjetivo,
consecuencia del significado que le hemos dado a la información que nos
ha llegado a través de las terminaciones nerviosas de nuestros
sentidos, una vez pasada esta información por los filtros de la
memoria, unido al estado deseado y la comparación entre ambos.
Nuestro conocimiento consciente aparece después de
que se haya procesado el input sensorial. La mente inconsciente, por su
parte, ha recibido, filtrado, procesado y evaluado lo que le ha llegado
del entorno.
Entonces, todo lo que queda es la selección de una respuesta
conductual, la última pieza del rompecabezas.
Nuestro cerebro elige una respuesta conductual entre
todas aquellas que ha ido aprendiendo a lo largo de la vida.
Aprendemos distintas vías para responder a la rabia,
a la cólera, a la tristeza o a la felicidad.
Todo lo dicho podemos sintetizarlo en el siguiente cuadro:
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